En serio, ¿qué está pasando?
Como acabo de escuchar en la radio, «parece que al terminar el estado de alarma han soltado a todos los monstruos». Diez mujeres asesinadas desde ese día. Y con una atrocidad tremenda.
Ayer por la tarde apareció el cuerpecito de una de las dos niñas «secuestradas» por su padre en Tenerife. Más de un mes de agonía para esa pobre madre. Beatriz, aún ayer, antes de saberse la noticia, no podía creer que su expareja hubiera podido hacerles daño y mantenía la esperanza.
Y encima, aún hay que dar gracias que por lo menos puede poner fin a la angustia de no saber dónde están sus hijas. Es muy duro esto que acabo de decir, pero seguro que la intención del padre era hacerle mucho más daño manteniendo la incógnita de dónde estarían. Al menos esto no lo ha conseguido.
Desde aquí, sé que no hay palabras que consuelen a Beatriz, pero le mando toda la fuerza del mundo posible. Y él, que se pudra en el infierno.
También ayer, la expareja de la chiquilla de 17 años desaparecida en Sevilla desde hace más de una semana, confesó que la mató el mismo día que desapareció y la descuartizó. Tenía un bebé de cuatro meses, había ido a recoger sus cosas… y ya no volvió. Otro monstruo más. La historia de Rocío, recordemos, una niña de 17 años, es durísima, pero aún así, no había denunciado a su expareja.
A principios de esta semana otro caso más de violencia de género. En Pozuelo de Alarcón otra mujer murió a manos de su pareja. Una más… porque no dejamos de ser los «números de la vergüenza».
Intentando encontrar alguna explicación a esta sangría de víctimas, lo único que se me ocurre es que, al acabar el estado de alarma, los agresores sientan una pérdida de control ante sus víctimas, y acaben con ellas. Pero, ¿por qué?
A mi ex siempre le decía, que no es querer, es querer bien. Esos asesinos no querían a sus parejas. Sólo querían su propiedad, demostrar su poder sobre ellas. Y los que han matado a sus exparejas, no podían soportar no tener control sobre ellas. Y las bestias que han matado a sus hijos, lo que buscaban era hacer el mayor daño posible a sus exparejas.
Algún día me gustaría hablar cara a cara con algún maltratador que de verdad se haya reformado. Con alguno al que los cursos que les imparten en la cárcel haya surtido efecto.
Hace tiempo había un programa en la televisión norteamericana que trataba sobre esto. Hombres que habían maltratado a sus parejas, se sometían a terapia. Y al final muchos de ellos se daban cuenta de las barbaridades que habían hecho, cambiaban, y pedían perdón sincero… Ojalá sea verdad, aunque lo dudo mucho.
Desde aquí, mis condolencias a todas y cada una de las víctimas, a sus familias y allegados. Mis oraciones con vosotras.
Descansad en paz.
Martina.
