Después de casi tres años ya puedo decir que estoy empezando a recuperar mi vida. Sí. Ahora sí que sí.
Lo primero de todo es pediros disculpas por no haber aparecido por aquí durante todo el verano, pero es que el trabajo ha sido intenso.
Para poneros al día rápidamente, tuve que volver a la psicóloga. Y lo digo orgullosa y sin ningún tipo de vergüenza.
Pasé por una situación un poco tensa en el trabajo que iba aguantando hasta que un día fue como vivir uno de mis episodios de maltrato y entré en shock y me dio un ataque de ansiedad terrible.
Ese día dije «se acabó». Y pedí ayuda a la persona que mejor me podía ayudar: mi psicóloga.
El hecho de reconocer que no siempre vamos a estar bien… Que esto es un proceso que tiene sus altos y sus bajos… Comprender que tenemos derecho a no estar bien y, lo más importante, expresar ese malestar, es una liberación en cierto modo. Hablar con ella me hizo entenderlo, y, ser consciente de todo lo que he avanzado, me dio mucha fuerza para superar ese «bache».
Puse todas las herramientas adquiridas en marcha y el resultado fue genial.
Cada tropezón me levanto con más fuerza, con más «rabia» de la buena, de esa de «nadie va a volver a humillarme». Y continúo el camino con paso más firme y cada vez más fuerte.
Durante este verano he seguido con mi «reaprendizaje» de tejer nuevas relaciones sociales. Y lo bueno de estar en ese modo de «no siento nada» me sirve para no hundirme con cada rechazo, con cada situación desfavorable. Todo lo contrario. Extraigo lo positivo y lo negativo de esa experiencia y sigo hacia adelante.
Aunque, ahora que lo pienso, realmente no sé si es que «no siento nada» o es que ya soy capaz de detectar, diferenciar y controlar las emociones que antes tenía anuladas, descontroladas, sumidas en el caos…
¿Sabéis qué? Quiero pensar que es esto último. Que realmente he vuelto a coger las riendas de mi vida y, con el método de acierto-error (no sé si existe pero ya me entendéis jejeje) sigo adelante sumando experiencias, aprendizajes, decepciones… pero también alegrías.
Y, una cosa super importante que creo que es la mejor señal… soy capaz de contar lo que me pasó sin llorar, sin rencor, sin odio… Esto me hace sentirme bien, como que he puesto el punto y coma a ese capítulo de mi vida.
No. No digo punto y final porque eso siempre va a formar parte de mi historia. Por eso lo considero un punto y coma. Ese episodio se terminó pero, de una u otra forma, sigue ahí aunque yo esté escribiendo cada día un nuevo párrafo.
Soy una superviviente.
Me siento muy afortunada de haber podido salir de ese infierno… de no saber nada del ser… de haber podido recuperar mi vida…
Tened fe. Confiad en vosotras. No miréis si la meta está más o menos lejos… simplemente mirad cada paso que dais para que cada vez sea más firme, más fuerte, y seáis capaces de andar solas poco a poco, cada vez con menos ayuda «externa».
Eso será la señal de que ya somos capaces de hacerlo por nosotras mismas, porque hemos aprendido de una experiencia traumática y le hemos dado la vuelta para sacar la parte positiva… que la tiene, ¡creedme!
A día de hoy puedo decir que soy feliz, que tengo mis días buenos y malos como absolutamente cualquier persona, pero que el maltrato ya no condiciona mi vida, y que el ser ya no tiene ningún tipo de control sobre mi.
¿Que hay veces que doy un paso atrás? Pues sí. ¿Que tengo flashbacks en algunas situaciones? También… Pero lo dicho: parad, respirad, tomad aire, recordar todo lo aprendido, ponedlo en práctica y, sobre todo, si no os veis capaces u os sentís perdidas… ¡pedid ayuda!
Nunca olvidéis que pedir ayuda es de VALIENTES y nosotras lo somos, y mucho.
¡Un abrazo enorme a todas mis guerreras!
