Cuando llegas a sentir miedo de tu pareja, ya no hay mucho más que pensar. Suele pasar que cuando estás inmersa en esa relación tan tóxica, no lo ves así. Crees que es normal. No eres capaz de razonar.
He visto el demonio en sus ojos. He sentido verdadero miedo. Pero sobre todo el miedo vino después de dejarlo.
Hoy me voy a salir un poco de contar mi historia de forma cronológica. Quiero compartir con vosotras como me siento a día de hoy.
Siempre os digo que el proceso de sanación no es un camino fácil, que hay días mejores y días peores. Pues ahora estoy en uno de esos momentos de bajón.
Desde que por fin hice el «contacto cero» es cierto que he ganado muchísimo en paz mental. Pero a la vez siento mucha incertidumbre, ya que, cuando aún tenía noticias suyas, sabía por dónde me podía atacar. Ahora, al llevar dos meses sin saber nada de él, estoy como en una especie de calma tensa.
Es una situación típica del «ciclo de la violencia», del que os hablaré otro día. Es cuando parece que las cosas están tranquilas, pero tienes que tener mil ojos alerta porque no sabes en qué momento y el qué puede desencadenar un episodio violento.
Sé que no tengo nada que temer. He trabajado mucho con mi psicóloga este tema. Ya no me escondo tanto. No doy rodeos para evitar pasar por los sitios por donde me lo podría encontrar. Uso el móvil con toda la normalidad del mundo (aunque me sigue dando un poco de cosa cuando lo cojo, y, hasta que me cambie el número, sigo sin contestar a los números que no conozco). Pero aún así… Tengo miedo.
Y es miedo de verdad, no temor, pero sí miedo. Ahora mismo no es esa «alerta» mínima que siempre hay que tener en cualquier circunstancia, para autoprotegerse.
Sé lo que tengo que hacer si algún día me lo encuentro, tanto si reacciona bien, como si reacciona mal. Aunque esto es algo que, por mucho que lo tengas preparado, no sabes hasta que te veas en la situación cómo te vas a enfrentar a ella.
Pero sí que es verdad que llevo unos cuantos días con mucha ansiedad por eso. No estoy acostumbrada a que me deje tranquila durante tanto tiempo (y van dos meses sin tener noticias suyas). Y sé que debería estar feliz, pensando que por fin se ha olvidado de mí… Algo en mi interior me dice que no me relaje. Y eso es lo que me da miedo.
Estoy intentando poner en práctica todos los recursos que tengo. Me he centrado en mi nuevo proyecto, en mis estudios, en disfrutar del buen tiempo, de la familia, en las manualidades… Pero mi cabeza no es capaz de dejar de darle vueltas.
También creo que si sigo pensando en esto, le estoy dando más importancia de la que merece, y eso me genera más ansiedad. Me enfado conmigo misma por no ser capaz de tirar ese pensamiento a la basura y seguir mirando hacia adelante.
Lo conseguiré. Y recordad, hay que permitirse tener días malos, hay que aprender a gestionar las emociones, intentar darles la vuelta a las negativas. Pero viene muy bien hablarlo, y escribir me parece la mejor manera de soltarlo.
¡Gracias por leerme!
Martina.