Cómo sigue mi proceso
Hace tiempo que no compartía nada por aquí, pero hoy siento la necesidad de abrir mi corazón y contarte sobre algo que llevo cargando todavía. Después de tanto tiempo, desde aquella experiencia traumática que cambió mi vida… Y es que me gustaría saber ¿Cuándo dejaré de sentirme así después del trauma vivido?
A menudo me preguntan, «¿por qué sigues hablando de eso?»… Y la verdad es que todavía no estoy bien, no termino de recuperarme. Me doy cuenta de lo largo y complicado que es el proceso de sanación. Aunque han pasado años desde que inicié mi proceso de terapia (y el trabajo directo con la psicóloga terminó hace ya un año), la mente sigue siendo un terreno de batalla en el que todavía sigo luchando contra las sombras de aquel trauma.
La Lucha Continúa: Desafiando la Negación
Es importante entender que el tiempo no siempre es el único factor que marca la sanación. A pesar de haber acudido a terapia y seguir trabajado intensamente en mi bienestar emocional, la mente sigue lidiando con las secuelas del pasado. ¿Es normal? Sí, completamente normal. Tu proceso de sanación no sigue un calendario, y cada uno de nosotros tiene su propio ritmo. Y, además, muchas veces ni siquiera eres consciente de que esa forma de actuar tuya, esa forma de enfrentarte a ciertas situaciones, esas reacciones… siguen siendo secuelas del trauma.
Aprender a Convivir con la Sombra
Después de todo este tiempo, todavía me encuentro enfrentándome a mecanismos de defensa que mi mente creó para sobrevivir. La negación, el aplanamiento afectivo y otras estrategias que durante tantos años me protegieron, ahora requieren una atención especial. He aprendido que comprender estos mecanismos es esencial para desarmarlos y construir nuevas formas de afrontar la realidad y por eso soy capaz de reconocerlos… pero me desanimo al ver que todavía sigo actuando así.
La Frustración de la Comparación
A menudo me siento tremendamente frustrada al ver cómo tu maltratador pudo seguir adelante (aparentemente sin problemas, que habría que escuchar a su nueva mujer), formar una familia y construir una vida «normal». Entender que cada camino es único y que mi proceso tiene su propio tiempo ha sido clave. La rabia persiste, pero también la determinación de no dejar que el pasado defina tu presente, cosa que cuesta horrores… y creo que la rabia es el único sentimiento que es capaz de aflorar, lo que me hace pensar en el grado de enfado que siento, de injusticia, de porqué el maltratador sigue con su vida como si nada mientras la víctima no lo termina de superar… ¿Cuándo dejaré de sentirme así? Esto es lo que me atormenta.
El Poder de Seguir Pidiendo Ayuda
Quiero recordarte que no debes sentir ninguna vergüenza por seguir buscando ayuda profesional si la situación se te escapa de las manos o te das cuenta de que sola no puedes, y que necesitas que alguien experto nuevamente te escuche, te explique, te de pautas… ¡Todo lo contrario! ¡Es un paso muy valiente! Tu terapeuta ha sido tu guía constante, ayudándote a comprender cada capa de este proceso y brindándote herramientas para avanzar, y de eso se trata… de seguir avanzando hacia la recuperación.
Conclusión: Cada Uno Tiene su Propio Tiempo
En resumen, este post no es solo para mí; es para todas aquellas que aún estamos lidiando con las consecuencias de un pasado doloroso, de un trauma, de una violencia de género, de un maltrato… No hay una respuesta única ni una línea de tiempo establecida para la recuperación. Cada una de nosotras merece el espacio y el tiempo para sanar a su manera, y está en nuestra mano conseguirlo. No te sientas mal con cada bache… ¡al contrario! utilízalo para coger impulso y convierte esa rabia en ganas de volver a sonreír y recuperar tu vida. Y podré darle respuesta a la pregunta del comienzo de ¿Cuándo dejaré de sentirme así?
Nuevamente quiero darte las gracias por permitirme compartir este viaje. ¡Sigamos avanzando juntas en este proceso!
Si quieres saber cómo es una persona narcisista (que es lo que era mi maltratador)… Aquí te dejo un enlace a la versión de kindle que he escrito aquí
Un abrazo enorme, mi guerrera
Martina.
