Llevo varias semanas sin escribir. Ya os conté que necesitaba parar y desconectar para centrarme en mi y en todo lo que tenía en la cabeza. Necesitaba ver la luz, y tengo que deciros que lo estoy consiguiendo.
Se juntaron varias fechas «significativas», y eso hizo que mi mente fuera a dos mil por hora. Entré en un grado de ansiedad terrible, me vine abajo y ya empecé con lo de… «es que esto no va a terminar nunca».
Pero no, el «ser» desapareció de mi vida en marzo (porque, como ya os conté, está con otra chica) y así sigue siendo. NO TENGO QUE TENER MIEDO. Ya no.
Llevo casi dos años de terapia, lo he pasado muy mal ya que el acoso, el chantaje, los insultos… han seguido hasta hace seis meses. Pero ya vale. Ahora sí que he dado el golpe en la mesa y he dicho BASTA.
El lunes en la sesión con mi psicóloga se lo expuse. Soy muy de darle mil vueltas a todo, tengo unas conversaciones conmigo misma agotadoras, una tendencia a adelantar acontecimientos terrible… que me ha generado un desgaste psicológico enorme.
Ya os he contado que, desde hace varios meses, mi mente entró en modo Incapaz de sentir. Y oye, que me está viniendo estupendamente. El hecho de que no me afecten las emociones, de que ni siento ni padezco, que mis emociones son neutras me está ayudando un montón.
Y ya sé que es un mecanismo de defensa que ha desarrollado mi subconsciente. Pero bendito sea. De verdad os lo digo.
A veces pienso que es que ya se me ha terminado el dolor y el sufrimiento, que mi alma se ha quedado vacía de emociones. Pero que gracias a eso, puedo poner distancia y ver las cosas de manera mucho más objetiva.
Y no veáis lo que ayuda.
He empezado a hacer deporte, y entre eso (el contacto con la naturaleza, la superación personal de mini retos que me voy poniendo en este aspecto deportivo, el desconectar durante esa hora…), mis «no» emociones y que ya vale… ya me he plantado y hasta aquí.
El «ser» no se merece que siga desperdiciando ni una hora más de mi vida por su culpa. Porque sí, es su culpa, no la mía. Yo he caído en este estado por su comportamiento hacia mí, por sus acciones conmigo. ¿Que yo pueda tener culpa por no haberme plantado? NO NO Y MIL VECES NO.
El maltrato psicológico consiste en eso, en anularte, en volverte loca, en machacarte, en quitarte todas tus habilidades sociales y capacidades. Así que no, yo no tengo la culpa.
De hecho, fui capaz de huir de allí. ¿Que podía haberme ido antes? Pues claro, pero si no lo hice sé que fue porque no era el momento. Las cosas siempre pasan por algo. Y si esa vez fue la definitiva, es porque ya estaba preparada para afrontar todo lo que venía después (aunque yo no lo supiera).
Con ayuda, con muchísima ayuda. Paciencia, a veces demasiada. Litros y litros de lágrimas. Ha sido (y está siendo) un proceso durísimo, pero merece tanto la pena recuperar mi esencia, mi LIBERTAD, mi VIDA, mi ALEGRÍA… Que cada tropezón, cada ataque de ansiedad, cada lágrima… todo ha merecido la pena.
Aún tengo que enfrentarme a muchos miedos, a muchas cosas que, durante un total de siete años «desactivé», de manera voluntaria e involuntaria, y estoy aprendiendo a usarlas otra vez. Pero, como dice mi psicóloga, hasta que no lo haga no veré que realmente estoy preparada para «volver a la vida», que ya es hora, leñe.
Aunque no me gusta la palabra, esta va a ser mi más dulce venganza. Demostrarle/me que no ha podido conmigo. Que aquí sigo. Y que, gracias a esta experiencia vital tan dura, ahora soy más fuerte, tengo mucho más claro lo que quiero y lo que no. He aprendido muchísimo sobre mi misma. También he conseguido comprenderme y entender tantas cosas que he estado cargando durante toda mi vida, que me estoy liberando de esas piedras en la mochila.
También soy consciente de que yo misma me autosaboteo, que interioricé tanto el discurso de «no vales para nada» que realmente me veía incapaz de hacer nada. Y, aunque tengo pánico a volver a la «sociedad», NO PASA NADA. La gente es buena en general, y quien no lo sea, peor para él/ella. Tengo las herramientas, es hora de ponerlas en práctica.
Toca enfrentarme a la vida real. Recuperar mi vida. Y el momento es ahora. Y por eso os digo que, LO ESTOY CONSIGUIENDO.
Con esto quiero trasmitiros el mensaje de que sí se puede salir del pozo. Que aunque pensemos que han acabado con nosotros, solo nos han apagado la luz, pero avivando esas ascuas, nuestra luz brillará con mucha más fuerza. El ave fenix es nuestra mejor representación. Resurgimos de nuestras cenizas.
Que pedir ayuda es de valientes, y nosotras lo somos.
Ya sabéis que aquí estoy para lo que necesitéis. Y que hay que permitirse tener malos momentos y aprender de ellos. Sé que los voy a tener, pero puedo enfrentarme a ellos de forma mucho más sana.
¡Un besazo enorme a todas mis guerreras!
Martina.