Durante la relación de maltrato adquieres unos comportamientos cuyo único propósito es «contentar» e intentar «no accionar» la ira del ser. Muchos de estos comportamientos son dañinos, por lo que ahora estoy re-educándome para eliminarlos de mi vida.
Uno de los que más me ha costado quitarme es el de guardar, enseñar y explicar los tickets de compra. Es un hábito que había normalizado tanto, que no era consciente de lo repugnante que era tener que estar haciendo eso constantemente con el que era mi marido.
Al venir a casa de mis padres, era algo que seguía haciendo. ¡Me salía solo! Y claro, mi padre se cogía unos rebotes exagerados. Y a pesar de sus regaños, me costó un montón de tiempo dejar de hacerlo. De hecho, inconscientemente aún me sale alguna vez.
Otro era el de estar pidiendo perdón constantemente, y dando las gracias por cualquier cosa. Por ejemplo, estar en la mesa, querer que me pasaran el pan, y en lugar de decir ¿me pasas el pan? mi petición era… por favor, ¿me podrías pasar el pan si no es molestia? Ahí ya a mis padres se les comían los demonios. Y el estar dando las gracias por cualquier chorrada. Que una cosa es la educación, que esa la mantengo y la mantendré, y otra es ya el que parezca que les debo la vida por que me den una servilleta o me acerquen la jarra del agua.
La que más dura me ha resultado es la de contestar. Y no en el mal sentido, si no la de que, cuando hay algún comentario o hecho que no me agrada, ser capaz de rebatir y contestar de forma asertiva. Por acto reflejo me quedo paralizada, me callo, me trago mis palabras por evitar «conflictos» y sigo acumulando. Y eso, en las relaciones sociales, es lo peor que puedes hacer. Debatir es muy sano, estar en desacuerdo también, responder de forma correcta es incluso enriquecedor… Pero no sabéis lo complicado que es superar esto. Cada vez que soy capaz de hacerlo bien, me alegro tanto que luego se lo cuento a mi psicóloga… Parece una chorrada ¿verdad? Pero para mi es uno de esos grandes retos que tengo que superar para avanzar en mi proceso de Sanación.
Son pequeñas cosas que vas «aprendiendo» como mecanismo de defensa en la relación tóxica para autoprotegerte. Esa tensión constante en la que vives teniendo que calcular cada palabra, cada movimiento, cada respiración… para intentar que la otra persona no se enfade. Que encima luego todo ese esfuerzo no sirve para nada, porque él ya encontrará algo para atacarte… Pero son comportamientos que interiorizas tanto, que a pesar de estar alejada de esa toxicidad, resultan muy complicados de eliminar.
Por eso la importancia de la terapia. Hay que re-educarse. Volver a ser una persona libre, normal, que interactúa sin miedo. Alguien que ya no vive cohibida ni en alerta permanente.
Cuesta, pero se puede. Creedme. Y, conforme vas avanzando en el proceso, si por casualidad aún te sale alguna reacción de estas «malas», eres capaz de darte cuenta e incluso de reírte. Y ahí está el logro.
¡Mucha fuerza guerreras!
Martina.