Tengo miedo.

Ya sé que debería estar más tranquila, porque ya son cinco meses sin saber nada de mi ex, pero no lo puedo evitar. Cada día tengo más miedo.

Posiblemente esa falta de noticias aún me genere más ansiedad, porque realmente no sé si ya se ha olvidado de mi o si puede reaparecer en cualquier momento.

Él mismo me reconoció que me había estado buscando por redes sociales y por internet. Redes que tuve que eliminar deprisa y corriendo por las barbaridades que ponía ahí a la vista de todo el mundo.

Apliqué el contacto cero esta primavera, y la he seguido a rajatabla. Incluso, siguiendo el consejo de mi psicóloga, ni siquiera he hablado con algún familiar suyo con quien me encantaría poder hacerlo. Pero a pesar de tenerlo bloqueado en todos lados, sus correos me llegaban a la carpeta de spam (que reviso de vez en cuando porque hay mails importantes que se cuelan). Y en el historial de llamadas aparecían sus llamadas aunque no me sonara el teléfono.

Me da miedo que me haya descubierto este blog. Temo que me localice en mis nuevas redes sociales a pesar de todas las precauciones que estoy tomando. Y, lo peor de todo, me da pánico que aparezca.

Y si no quiero que sepa que estoy escribiendo este blog es porque se volvía loco cada vez que le intentaba decir que lo que me hacía no era normal… Claro, él ya ha pasado por esto con no una ni dos, si no creo que con tres parejas anteriores. Es reincidente y el contraataque me da pavor.

Hace un momento he oído pasar un coche con un música que muy poca gente escucha… Y ya me da ansiedad porque pienso… ¿será él?

Ya os conté que no hace mucho lo vi de refilón (yo iba en el bus y él estaba en la calle) y fue en un sitio en el que jamás me lo habría esperado. También es cierto que desconozco sus nuevos hábitos… Pero eso me causó muchísima inquietud.

El no saber si va a volver a aparecer ni por dónde, ni cómo me aterra.

Estoy trabajando esto con mi psicóloga, pero muchas veces se me escapa el poder gestionarlo. Una frase que tengo grabada a fuego es no adelantar acontecimientos, ya que eso genera una ansiedad evitable. Pero siempre le respondo que esa «ansiedad» me permite estar alerta por si acaso. Y ella me dice que no se puede vivir constantemente pensando en los por si acasos. Que ya tengo las herramientas, y, simplemente, debo saber aplicarlas cuando me encuentre con la situación. Pero es tan difícil…

Desconfío de todo el mundo, y más ahora con esto de internet que no sabes quién se oculta detrás de cada perfil.

Él siempre me ha amenazado con que tiene muchos amigos, que tal persona que yo conozco es amigo/a suyo y la coletilla de… «¿a que no lo sabías? Pues yo conozco a mucha gente en muchos sitios.»

Y claro, llegó un momento en el que ya eran tantísimas las mentiras que le había descubierto que ya no sé si cada vez que dice algo es verdad o no. Pero ya sabéis… «por si acaso» me lo creo.

Lo peor es que el tipo de gente con el que se solía relacionar no era de lo mejor… y eso aún me da más miedo. Se ha llegado a inventar unas películas increíbles de que conocía a tal persona que me conocía y le había contado mi vida en verso… Y, a pesar de la fantasía que contaba… me lo creía.

Cierto es que descubrí que se sabía toda mi vida pasada porque me había espiado todas las conversaciones de whatsapp, facebook, twitter…. que yo tenía desde que se inventaron las redes sociales. Ahí es nada.

Lo negaba, pero hasta se las mandaba por correo electrónico a su cuenta y hacía pantallazos. Era una de sus armas para hacerme chantaje. Encima es que él interpretaba lo que quería de lo que leía, daba igual que yo le explicara la verdad. Como no era lo que él quería, le daba la vuelta para usarlo como arma, hacerme daño, y que yo le acabara pidiendo perdón. Y ahora pienso, ¿perdón de qué? ¿Por caer en tu trampa de manipulación y sentirme culpable de algo que no era verdad?

Y como han sido tantos años sufriendo este tipo de control, de chantaje, de manipulación, de mentira… Que según él yo soy la maltratadora, yo soy la mala persona, yo soy la culpable de todos sus males y de los de parte del universo. Y tengo que reconocer que me lo llegué a creer. Pero gracias a la terapia soy consciente de que no. De que el maltratador es él. Que me contuve en denunciarle a pesar de las pruebas que tengo por miedo al después. Porque me amenazaba. Por desgracia sé de lo que es capaz, aunque me lo disfrazara de otra cosa.

¿Que me arrepiento de no haberlo denunciado en su momento? Mil veces… Pero puse en una balanza los pros y los contras. Y como además «desapareció» y ya me dejó tranquila. No quise remover más la mierda. (Perdonad la palabra).

Sigo teniendo enfrente de mí la lista de delitos que se le pueden imputar según las pruebas y dicho por una abogada que es la que me iba a llevar la denuncia. Para recordarme a mi misma que, si yo soy culpable de algo, es de no haber salido de ahí mucho antes.

Sigo teniendo miedo. Puede que sea un miedo innecesario. Que sea mi cabeza. Que no tenga motivos… Pero como no lo sé, lo sigo teniendo.

Es horrible vivir en estado de alerta permanente, y ahora que tengo la ansiedad más o menos controlada, no quiero volver a perder el horizonte. Pero creedme, no lo puedo evitar.

Tengo miedo. Todavía tengo miedo. Y ojalá sea verdad que no tengo porqué sentirme así.

¡Un abrazo muy muy fuerte a todas mis guerreras!

Martina.