Desde que me fui de casa y aun estando medicada para la depresión y la ansiedad, he sufrido de constantes pesadillas. Algunas realmente aterradoras.
La inmensa mayoría estaban relacionadas con mi ex. O aparecía él como «protagonista» o eran situaciones que reflejaban el acoso y el malestar que me generaba el hecho de que no me dejara en paz.
Era horrible. Es más, una vez apliqué El contacto cero. pensé que ya no volvería a saber de él y todo pasaría, pero no.
Creo que es importante que os avise de que, a pesar de bloquearlo por todos lados, los correos de gmail me llegaban a la bandeja de spam. Encima, como hay muchos que llegan a esa bandeja de cursos y cosas que sí me interesaban, reviso esa carpeta con asiduidad. Me los encontraba de sopetón y eran como un jarro de agua fría. Los whatsapp no llegan, ni las llamadas. Lo que sí que aparece en el listado de llamadas el número de veces que te ha llamado y a qué hora.
Esto hacía que no terminara de poder romper ese lazo invisible que aún me unía a él. Ya me costó tomar la decisión de cortar toda comunicación con él (y, lo más doloroso, con mi familia política)… Aunque por otra parte pensaba que me iba bien seguir sabiendo de él, porque así sabía por dónde me podía salir. Pero cuando pasan los meses y sigue el machaque, se hace insoportable.
Las pesadillas eran el reflejo de ese malestar. De esa desazón. Todas eran de acoso, agobio, miedo, sentirme perseguida, no poder escapar… Incluso hubo una en la que vi como se suicidaba delante de mi, y esa fue tan real que me dejó en shock durante bastantes días.
El consejo de mi psicóloga fue que intentara recordar la pesadilla y le diera la vuelta, para intentar darle un sentido positivo y quitar esa dosis de miedo y persecución que me generaban.
Y como las pesadillas provenían del hecho de seguir sabiendo de mi ex, debía cambiar el número de teléfono y el correo electrónico. Para cambiar el número del móvil, me iba a hacer una lista con todos los sitios importantes donde hay que actualizarlo (hacienda, seguridad social, tráfico…) para ir uno a uno poniendo todo en orden. De momento aún no me lo he cambiado pero lo haré, aún me da miedo el teléfono.
Con el correo electrónico me pasa lo mismo, es el de toda la vida y es el que tengo en todos lados… la opción más interesante fue crearme uno nuevo, y desviar los correos importantes a esa dirección nueva.
Y así lo habría hecho de no ser porque, desde hace casi dos meses, ya no he vuelto a tener noticias suyas.
Y desde ese momento desaparecieron las pesadillas. ¿Qué os parece? ¿Casualidad? En fin. Sea lo que sea, hay que intentar enfrentarse al «monstruo» por todas partes para quitarle ese poder que siguen ejerciendo sobre nosotras y no nos deja avanzar en nuestro proceso de Sanación.
Desapareció mi ex de mi vida (espero que para siempre), desaparecieron las pesadillas, descanso mejor, y me siento más liberada con lo cual puedo seguir avanzando en mi recuperación.
Aprovecho para recordar que la terapia es fundamental. Esa ayuda a canalizar emociones, a afrontar miedos, a darle la vuelta a muchas situaciones que nos generan angustia, a vernos con otros ojos… esa ayuda es milagrosa.
¡Espero no tener que hablar de las pesadillas nunca más! Y, si las tengo, que sean por haber visto una peli de miedo en el cine con mis amigas por ejemplo jejeje.
¡Un abrazo enorme y mucho ánimo!
Martina.