Tras muchos años anteponiendo los deseos y peticiones de mi maltratador a los míos, y después de un año y medio de terapia… vuelvo a intentar volverme «egoísta». Primero yo, luego yo y después yo.
Estoy cansada de que tener que estar pendiente de lo que la gente necesita, demanda, pide, solicita… Estoy harta de no saber negarme. No quiero seguir haciendo cosas que no quiero hacer. ¡Qué difícil es aprender a decir no! Y mucho más después de tanto tiempo donde un no era significado de estallido de violencia.
Lo bueno que he sacado en este tiempo de «libertad» es que me he vuelto Incapaz de sentir., que no fría, si no que antes era una esponja que absorbía e, incluso, hacía míos los problemas de los demás. Y ahora no. Además, ya voy siendo capaz de contestar cuando no estoy de acuerdo con algo, y lo hago de forma asertiva, «evitando» conflictos pero alimentando el debate.
Aún me falta mucho camino, decir no muchas veces es muy difícil. Hay ocasiones en las que encuentro la manera de hacerlo, pero otras en las que no me atrevo todavía. Tengo que seguir trabajando duro en eso. Porque después de no saber negarme a algo que realmente no quiero/debo hacer, viene la culpa, y la frustración.
Otro aprendizaje muy importante que he sacado de todo esto es que ya distingo más o menos las conductas tóxicas. Para ello ha sido fundamental la terapia, pero también «explotar» mi curiosidad por saber, por averiguar, por buscar respuestas.
Algo básico ha sido comunicarme con mi niña interior, escucharla, perdonarla, cogerle la mano y caminar juntas hacia el presente. Parece una chorrada, pero analizando mi yo interior he conseguido una información valiosísima que me ha permitido saber el porqué he podido caer más fácilmente en las garras de seres así.
Debo dejar claro que esto es mi caso particular, cada una debemos trabajar en nuestro interior para conocer el origen de lo que nos causa tanto dolor, para poder corregirlo y aprender a gestionarlo y superarlo.
Muchas veces lo digo en broma, pero casi he instalado un radar de conductas tóxicas en mi cerebro… Sin obsesionarme ¿eh? No os asustéis. No voy por la vida analizando todas y cada una de las conductas de la gente… Pero sí es cierto que ante una situación que me hace daño, soy capaz de analizarla, ponerle su etiqueta correspondiente, y la gestiono bastante mejor que antes. Y esto, sumado a mi «falta de sensibilidad» no veáis lo que me está ayudando.
Una conducta clave y que gracias a mi psicóloga y a mí misma es la «luz de gas» o gaslighing… https://psicologiaymente.com/social/gaslighting ¡Cuánto daño hace y qué alegría haber aprendido qué es y saber reconocerla y hacerle frente!
Cuando soy consciente de que he sabido reconocer y llevar algo dañino de una forma asertiva, recuerdo lo del Pavo real. Y es en estas situaciones cuando más tengo que abrir la cola y sentirme orgullosa.
Eso sí, reconozco que sigo sufriendo mucho, pero ya es de otra manera. Es como cuando hace años me daban muchos cólicos, yo ni quiera sabía que eran cólicos, y los iba llevando como buenamente podía… Hasta que me dio un terrible y acabé ingresada. Y de esa experiencia empecé a aplicar el lema de «una vez conocida la raíz del problema, ya sabes cuál es el remedio». Porque ahí averigüé lo que me pasaba, y sabía qué tomar cuando me volvía a dar un cólico.
Apliquemos esto a cualquier aspecto de nuestra vida. Y es que, además, ¡lo hacemos de forma inconsciente en mil situaciones! Ejemplo, he aprendido que si doro el arroz antes de cocerlo queda más rico. Cuando noto que me va a salir una morrera ya me aplico X producto que evita que se me empeore. Cuando me mancho la camiseta con el boli, ya sé cómo limpiarla… Y así podría seguir.
Pues lo mismo con nuestras emociones y sentimientos. Una vez que ya somos capaces de detectarlas, podemos afrontarlas y gestionarlas. Pero, como siempre os digo, es fundamental la terapia, y permitirnos pedir/recibir ayuda. Y hablar del tema, fundamental.
Nunca juzguemos, porque yo misma no tengo nada que ver con la Martina que huyó de su casa, de su vida, y de su maltratador hace ya casi dos años. El proceso de Sanación. está siendo duro pero tremendamente efectivo. Y eso me hace sentirme orgullosa y me da fuerzas para seguir adelante. Y ahí voy… Con paso firme, con mis tropezones, mis caídas, y mis días malos… pero siempre adelante.
¡Vamos mis guerreras, lo vamos a conseguir!
Martina.